jueves, 26 de noviembre de 2009

El carácter dual en el Retrato de Dorian Gray


No existe un libro moral ni un libro inmoral. Los libros están bien o mal escritos”

O.W.

El siglo XIX significó para la novela una transformación y una rica producción a partir del Romanticismo movimiento literario que en sí mismo era exceso, inadaptación y apasionamiento, pero fue con el realismo y naturalismo cuando se logró la perfección técnica y estética y la creación de personajes y mundos de ficción de gran complejidad.

En la historia de la literatura pocas veces aparecen íconos como Oscar Wilde quien desde muy pequeño desarrolló una conciencia de excepcionalidad y un total desprecio por lo cotidiano, vulgar y obligatorio. Un ser social, un “dandy” que necesitaba y a la vez provocaba el escándalo de la limitada sociedad en la que vivía, un hombre que se propuso desafiarla y conmover sus cimientos morales, que deseaba poner en tela de juicio el conformismo, y realizaba una sátira sobre la hipocresía victoriana de refrigeración y la auto-justicia.

Wilde se unía al grito del “arte por el arte”, paralelo al a escuela simbolista-parnasianista francesa y base de la decadencia, que más adelante convirtió en su eslogan y filosofía, éste proponía un arte dominado por la belleza, aspirando llegar a la perfección. Temas como la vanidad, la locura y la enajenación están presentes en su obra cumbre, su única novela.

El Retrato de Dorian Gray es un libro fascinante, donde se muestra a cabalidad la miseria de la condición humana, la dualidad, la trivialidad, el culto por sí mismo, la adoración, el sentimiento del artista, la corrupción, la doble moral que reinaba en la sociedad, entre otros aspectos que el autor plasma en sus escritos.

El libro presenta desde un principio los personajes y los integra en un triángulo donde las influencias mutuas pero en mayor medida de Lord Henry con su corrosivo y cínico humor, y de Basilio con su amor abnegado y su obsesión por Dorian, dan lugar a la creación de un héroe horrible y a la vez hermoso de múltiples alter egos, se evidencia que Oscar Wilde vio en los tres personajes principales reflejada su forma de ser, “Basilio es lo que creo ser. Lord Henry lo que el mundo piensa que soy. Y Dorian lo que tal vez hubiera querido ser en otra época”.

Dorian es un aprendiz rápido, y al mirar su retrato desea permanecer siempre joven y bello como Narciso al mirar su reflejo en el agua. Pero el cuadro es mucho más que la edad, lleva dentro de sí todas las marcas de los pecados de Dorian, de la corrupción de su alma, como Fausto, que ha vendido la suya por la eterna juventud y resulta envuelto en un mal negocio. Y como un vampiro desangra todo aquel que yace a su alrededor, corrompe sus almas y los lleva a la decadencia. Y como Jekyll y Mr Hyde se transforma en las noches y recorre los bajos mundos y como si nada amanece cada mañana en la comodidad de su hogar con la lozanía de la juventud y la maldad de un hombre que ha recorrido los más escabrosos pasajes.

Maldad y bondad, belleza y deformidad, juventud y vejez, amor y odio, miseria y despilfarro, talento y torpeza, una constante lucha de contrarios unificados adentro del protagonista, y finalmente un deseo incontenible de salvación del alma

Así Dorian, que es el Fausto, y Jekyll y Mr Hyde y un vampiro, y Narciso, y Oscar Wilde, todo en uno, desemboca en un horrible final que desde luego merece. Pero que después de todo, no transmite esa sensación de la destrucción de un horrible monstruo sino que más bien se parece más a la trágica muerte de una víctima.

La única excusa para hacer una cosa inútil es admirarla. El arte es completamente inútil”

O.W


DANIELA ANDREA VACA CORREA

martes, 3 de noviembre de 2009

12

Se miran, se presienten, se desean,
se acarician, se besan, se desnudan,
se respiran, se acuestan, se olfatean,
se penetran, se chupan, se demudan,
se adormecen, despiertan, se iluminan,
se codician, se palpan, se fascinan,
se mastican, se gustan, se babean,
se confunden, se acoplan, se disgregan,
se aletargan, fallecen, se reintegran,
se distienden, se enarcan, se menean,
se retuercen, se estiran, se caldean,
se estrangunlan, se aprietan, se estremecen,
se tantean, se juntan, desfallecen,
se repelen, se enervan, se apetecen,
se acometen, se enlazan, se entrechocan,
se agazapan, se apresan, se dislocan,
se perforan, se incrustan, se acribillan,
se remachan, se injertan, se atornillan,
se desmayan, reviven, resplandecen,
se contemplan, se inflaman, se enloquecen,
se derriten, se sueldan, se calcinan,
se desgarran, se muerden, se asesinan,
resucitan, se buscan, se refriegan,
se rehúyen, se evaden y se entregan.

Oliverio Girondo.

Traisnpotting, Renton


Elige la vida.
Elige un empleo.
Elige una carrera.
Elige una familia.
Elige un televisor grande que te cagas.
Elige lavadoras, coches, equipos de compact disc y abrelatas eléctricos.
Elige buena salud, colesterol bajo y seguro dental.
Elige hipoteca a interés fijo.
Elige un piso piloto.
Elige a tus amigos.
Elige ropa deportiva y maletas a juego.
Elige pagar a plazos un traje de marca en una amplia gama de putos tejidos.
Elige bricolaje y preguntarte quién coño eres los domingos por la mañana.
Elige sentarte en el sofá a ver tele-concursos que emboban la mente y aplastan el espíritu mientras llenas tu boca de puta comida basura.
Elige pudrirte de viejo cagándote y meándote encima en un asilo miserable, siendo una carga para los niñatos egoístas y hechos polvo que has engendrado para reemplazarte.
Elige tu futuro.
Elige la vida…
¿pero por qué iba yo a querer hacer algo así?
- Yo elegí no elegir la vida: elegí otra cosa.
¿Y las razones? No hay razones.
¿Quién necesita razones cuando tienes heroína?





"Tomábamos morfina, diamorfina, ciclocina, codeína, temazepán, nitrazepan, fenobarbital, amital sódico, dextropropoxifeno, metadona, analbufina, pecinina, pentazocina, buprenorfina, dextromoramida, clorometiazol... las calles rebosan drogas que puedes tomar para combatir la infelicidad... y nosotros las tomábamos todas. ¡Joder.
nos habríamos inyectado vitamina C si hubiera sido ilegal!"

What is the word

folly
folly for to
for to
what is the word
folly from this
all this
folly from all this
given
folly given all this
seeing
folly seeing all this
this
what is the word
this this
this this here
all this this here
folly given all this
seeing
folly seeing all this this here
for to
what is the word
see
glimpse
seem to glimpse
need to seem to glimpse
folly for to need to seem to glimpse
what
what is the word
and where
folly for to need to seem to glimpse what where
where
what is the word
there
over there
away over there
afar
afar away over there
afaint
afaint afar away over there what
what
what is the word
seeing all this
all this this
all this this here
folly for to see what
glimpse
seem to glimpse
need to seem to glimpse
afaint afar away over there what
folly for to need to seem to glimpse afaint afar away over there what
what
what is the word

what is the word

Samuel Beckett

El Ruiseñor y la Rosa

Dijo que bailaría conmigo si le llevaba una rosa roja -se lamentaba el joven estudiante-, pero no hay una solo rosa roja en todo mi jardín.
Desde su nido de la encina, oyóle el ruiseñor. Miró por entre las hojas asombrado.

-¡No hay ni una rosa roja en todo mi jardín! -gritaba el estudiante.

Y sus bellos ojos se llenaron de llanto.

-¡Ah, de qué cosa más insignificante depende la felicidad! He leído cuanto han escrito los sabios; poseo todos los secretos de la filosofía y encuentro mi vida destrozada por carecer de una rosa roja.

-He aquí, por fin, el verdadero enamorado -dijo el ruiseñor-. Le he cantado todas las noches, aún sin conocerlo; todas las noches les cuento su historia a las estrellas, y ahora lo veo. Su cabellera es oscura como la flor del jacinto y sus labios rojos como la rosa que desea; pero la pasión lo ha puesto pálido como el marfil y el dolor ha sellado su frente.

-El príncipe da un baile mañana por la noche -murmuraba el joven estudiante-, y mi amada asistirá a la fiesta. Si le llevo una rosa roja, bailará conmigo hasta el amanecer. Si le llevo una rosa roja, la tendré en mis brazos, reclinará su cabeza sobre mi hombro y su mano estrechará la mía. Pero no hay rosas rojas en mi jardín. Por lo tanto, tendré que estar solo y no me hará ningún caso. No se fijará en mí para nada y se destrozará mi corazón.

-He aquí el verdadero enamorado -dijo el ruiseñor-. Sufre todo lo que yo canto: todo lo que es alegría para mí es pena para él. Realmente el amor es algo maravilloso: es más bello que las esmeraldas y más raro que los finos ópalos. Perlas y rubíes no pueden pagarlo porque no se halla expuesto en el mercado. No puede uno comprarlo al vendedor ni ponerlo en una balanza para adquirirlo a peso de oro.

-Los músicos estarán en su estrado -decía el joven estudiante-. Tocarán sus instrumentos de cuerda y mi adorada bailará a los sones del arpa y del violín. Bailará tan vaporosamente que su pie no tocará el suelo, y los cortesanos con sus alegres atavíos la rodearán solícitos; pero conmigo no bailará, porque no tengo rosas rojas que darle.

Y dejándose caer en el césped, se cubría la cara con las manos y lloraba.

-¿Por qué llora? -preguntó la lagartija verde, correteando cerca de él, con la cola levantada.

-Si, ¿por qué? -decía una mariposa que revoloteaba persiguiendo un rayo de sol.

-Eso digo yo, ¿por qué? -murmuró una margarita a su vecina, con una vocecilla tenue.

-Llora por una rosa roja.

-¿Por una rosa roja? ¡Qué tontería!

Y la lagartija, que era algo cínica, se echo a reír con todas sus ganas.

Pero el ruiseñor, que comprendía el secreto de la pena del estudiante, permaneció silencioso en la encina, reflexionando sobre el misterio del amor.

De pronto desplegó sus alas oscuras y emprendió el vuelo.

Pasó por el bosque como una sombra, y como una sombra atravesó el jardín.

En el centro del prado se levantaba un hermoso rosal, y al verle, voló hacia él y se posó sobre una ramita.

-Dame una rosa roja -le gritó -, y te cantaré mis canciones más dulces.

Pero el rosal meneó la cabeza.

-Mis rosas son blancas -contestó-, blancas como la espuma del mar, más blancas que la nieve de la montaña. Ve en busca del hermano mío que crece alrededor del viejo reloj de sol y quizá el te dé lo que quieres.

Entonces el ruiseñor voló al rosal que crecía entorno del viejo reloj de sol.

-Dame una rosa roja -le gritó -, y te cantaré mis canciones más dulces.

Pero el rosal meneó la cabeza.

-Mis rosas son amarillas -respondió-, tan amarillas como los cabellos de las sirenas que se sientan sobre un tronco de árbol, más amarillas que el narciso que florece en los prados antes de que llegue el segador con la hoz. Ve en busca de mi hermano, el que crece debajo de la ventana del estudiante, y quizá el te dé lo que quieres.

Entonces el ruiseñor voló al rosal que crecía debajo de la ventana del estudiante.

-Dame una rosa roja -le gritó-, y te cantaré mis canciones más dulces.

Pero el arbusto meneó la cabeza.

-Mis rosas son rojas -respondió-, tan rojas como las patas de las palomas, más rojas que los grandes abanicos de coral que el océano mece en sus abismos; pero el invierno ha helado mis venas, la escarcha ha marchitado mis botones, el huracán ha partido mis ramas, y no tendré más rosas este año.

-No necesito más que una rosa roja -gritó el ruiseñor-, una sola rosa roja. ¿No hay ningún medio para que yo la consiga?

-Hay un medio -respondió el rosal-, pero es tan terrible que no me atrevo a decírtelo.

-Dímelo -contestó el ruiseñor-. No soy miedoso.

-Si necesitas una rosa roja -dijo el rosal -, tienes que hacerla con notas de música al claro de luna y teñirla con sangre de tu propio corazón. Cantarás para mí con el pecho apoyado en mis espinas. Cantarás para mí durante toda la noche y las espinas te atravesarán el corazón: la sangre de tu vida correrá por mis venas y se convertirá en sangre mía.

-La muerte es un buen precio por una rosa roja -replicó el ruiseñor-, y todo el mundo ama la vida. Es grato posarse en el bosque verdeante y mirar al sol en su carro de oro y a la luna en su carro de perlas. Suave es el aroma de los nobles espinos. Dulces son las campanillas que se esconden en el valle y los brezos que cubren la colina. Sin embargo, el amor es mejor que la vida. ¿Y qué es el corazón de un pájaro comparado con el de un hombre?

Entonces desplegó sus alas obscuras y emprendió el vuelo. Pasó por el jardín como una sombra y como una sombra cruzó el bosque.

El joven estudiante permanecía tendido sobre el césped allí donde el ruiseñor lo dejó y las lágrimas no se habían secado aún en sus bellos ojos.

-Sé feliz -le gritó el ruiseñor-, sé feliz; tendrás tu rosa roja. La crearé con notas de música al claro de luna y la teñiré con la sangre de mi propio corazón. Lo único que te pido, en cambio, es que seas un verdadero enamorado, porque el amor es más sabio que la filosofía, aunque ésta sea sabia; más fuerte que el poder, por fuerte que éste lo sea. Sus alas son color de fuego y su cuerpo color de llama; sus labios son dulces como la miel y su hálito es como el incienso.

El estudiante levantó los ojos del césped y prestó atención; pero no pudo comprender lo que le decía el ruiseñor, pues sólo sabía las cosas que están escritas en los libros.

Pero la encina lo comprendió y se puso triste, porque amaba mucho al ruiseñor que había construido su nido en sus ramas.

-Cántame la última canción -murmuró-. ¡Me quedaré tan triste cuando te vayas!

Entonces el ruiseñor cantó para la encina, y su voz era como el agua que ríe en una fuente argentina.

Al terminar la canción, el estudiante se levantó, sacando al mismo tiempo su cuaderno de notas y su lápiz.

"El ruiseñor -se decía paseándose por la alameda-, el ruiseñor posee una belleza innegable, ¿pero siente? Me temo que no. Después de todo, es como muchos artistas: puro estilo, exento de sinceridad. No se sacrifica por los demás. No piensa más que en la música y en el arte; como todo el mundo sabe, es egoísta. Ciertamente, no puede negarse que su garganta tiene notas bellísimas. ¿Que lástima que todo eso no tenga sentido alguno, que no persiga ningún fin práctico!"

Y volviendo a su habitación, se acostó sobre su jergoncillo y se puso a pensar en su adorada.

Al poco rato se quedo dormido.

Y cuando la luna brillaba en los cielos, el ruiseñor voló al rosal y colocó su pecho contra las espinas.

Y toda la noche cantó con el pecho apoyado sobre las espinas, y la fría luna de cristal se detuvo y estuvo escuchando toda la noche.

Cantó durante toda la noche, y las espinas penetraron cada vez más en su pecho, y la sangre de su vida fluía de su pecho.

Al principio cantó el nacimiento del amor en el corazón de un joven y de una muchacha, y sobre la rama más alta del rosal floreció una rosa maravillosa, pétalo tras pétalo, canción tras canción.

Primero era pálida como la bruma que flota sobre el río, pálida como los pies de la mañana y argentada como las alas de la aurora.

La rosa que florecía sobre la rama más alta del rosal parecía la sombra de una rosa en un espejo de plata, la sombra de la rosa en un lago.

Pero el rosal gritó al ruiseñor que se apretase más contra las espinas.

-Apriétate más, ruiseñorcito -le decía-, o llegará el día antes de que la rosa esté terminada.

Entonces el ruiseñor se apretó más contra las espinas y su canto fluyó más sonoro, porque cantaba el nacimiento de la pasión en el alma de un hombre y de una virgen.

Y un delicado rubor apareció sobre los pétalos de la rosa, lo mismo que enrojece la cara de un enamorado que besa los labios de su prometida.

Pero las espinas no habían llegado aún al corazón del ruiseñor; por eso el corazón de la rosa seguía blanco: porque sólo la sangre de un ruiseñor puede colorear el corazón de una rosa.

Y el rosal gritó al ruiseñor que se apretase más contra las espinas.

-Apriétate más, ruiseñorcito -le decía-, o llegará el día antes de que la rosa esté terminada.

Entonces el ruiseñor se apretó aún más contra las espinas, y las espinas tocaron su corazón y él sintió en su interior un cruel tormento de dolor.

Cuanto más acerbo era su dolor, más impetuoso salía su canto, porque cantaba el amor sublimado por la muerte, el amor que no termina en la tumba.

Y la rosa maravillosa enrojeció como las rosas de Bengala. Purpúreo era el color de los pétalos y purpúreo como un rubí era su corazón.

Pero la voz del ruiseñor desfalleció. Sus breves alas empezaron a batir y una nube se extendió sobre sus ojos.

Su canto se fue debilitando cada vez más. Sintió que algo se le ahogaba en la garganta.

Entonces su canto tuvo un último destello. La blanca luna le oyó y olvidándose de la aurora se detuvo en el cielo.

La rosa roja le oyó; tembló toda ella de arrobamiento y abrió sus pétalos al aire frío del alba.

El eco le condujo hacia su caverna purpúrea de las colinas, despertando de sus sueños a los rebaños dormidos.

El canto flotó entre los cañaverales del río, que llevaron su mensaje al mar.

-Mira, mira -gritó el rosal-, ya está terminada la rosa.

Pero el ruiseñor no respondió; yacía muerto sobre las altas hierbas, con el corazón traspasado de espinas.

A medio día el estudiante abrió su ventana y miró hacia afuera.

-¡Qué extraña buena suerte! -exclamó-. ¡He aquí una rosa roja! No he visto rosa semejante en toda vida. Es tan bella que estoy seguro de que debe tener en latín un nombre muy enrevesado.

E inclinándose, la cogió.

Inmediatamente se puso el sombrero y corrió a casa del profesor, llevando en su mano la rosa.

La hija del profesor estaba sentada a la puerta. Devanaba seda azul sobre un carrete, con un perrito echado a sus pies.

-Dijiste que bailarías conmigo si te traía una rosa roja -le dijo el estudiante-. He aquí la rosa más roja del mundo. Esta noche la prenderás cerca de tu corazón, y cuando bailemos juntos, ella te dirá cuanto te quiero.

Pero la joven frunció las cejas.

-Temo que esta rosa no armonice bien con mi vestido -respondió-. Además, el sobrino del chambelán me ha enviado varias joyas de verdad, y ya se sabe que las joyas cuestan más que las flores.

-¡Oh, qué ingrata eres! -dijo el estudiante lleno de cólera.

Y tiró la rosa al arroyo.

Un pesado carro la aplastó.

-¡Ingrato! -dijo la joven-. Te diré que te portas como un grosero; y después de todo, ¿qué eres? Un simple estudiante. ¡Bah! No creo que puedas tener nunca hebillas de plata en los zapatos como las del sobrino del chambelán.

Y levantándose de su silla, se metió en su casa.

"¡Qué tontería es el amor! -se decía el estudiante a su regreso-. No es ni la mitad de útil que la lógica, porque no puede probar nada; habla siempre de cosas que no sucederán y hace creer a la gente cosas que no son ciertas. Realmente, no es nada práctico, y como en nuestra época todo estriba en ser práctico, voy a volver a la filosofía y al estudio de la metafísica."

Y dicho esto, el estudiante, una vez en su habitación, abrió un gran libro polvoriento y se puso a leer.

Viceverza

Tengo miedo de verte
necesidad de verte
esperanza de verte
desazones de verte.
Tengo ganas de hallarte
preocupación de hallarte
certidumbre de hallarte
pobres dudas de hallarte.
Tengo urgencia de oírte
alegría de oírte
buena suerte de oírte
y temores de oírte.
o sea,
resumiendo
estoy jodido
y radiante
quizá más lo primero
que lo segundo
y también
viceversa.



Benedetti

Vincent

Vincent Malloy is seven years old
He’s always polite and does what he’s told
For a boy his age, he’s considerate and nice
But he wants to be just like Vincent Price

He doesn’t mind living with his sister, dog and cats
Though he’d rather share a home with spiders and bats
There he could reflect on the horrors he’s invented
And wander dark hallways, alone and tormented

Vincent is nice when his aunt comes to see him
But imagines dipping her in wax for his wax museum

He likes to experiment on his dog Abercrombie
In the hopes of creating a horrible zombie
So he and his horrible zombie dog
Could go searching for victims in the London fog

His thoughts, though, aren’t only of ghoulish crimes
He likes to paint and read to pass some of the times
While other kids read books like Go, Jane, Go!
Vincent’s favourite author is Edgar Allen Poe

One night, while reading a gruesome tale
He read a passage that made him turn pale

Such horrible news he could not survive
For his beautiful wife had been buried alive!
He dug out her grave to make sure she was dead
Unaware that her grave was his mother’s flower bed

His mother sent Vincent off to his room
He knew he’d been banished to the tower of doom
Where he was sentenced to spend the rest of his life
Alone with the portrait of his beautiful wife

While alone and insane encased in his tomb
Vincent’s mother burst suddenly into the room
She said: “If you want to, you can go out and play
It’s sunny outside, and a beautiful day”

Vincent tried to talk, but he just couldn’t speak
The years of isolation had made him quite weak
So he took out some paper and scrawled with a pen:
“I am possessed by this house, and can never leave it again”
His mother said: “You’re not possessed, and you’re not almost dead
These games that you play are all in your head
You’re not Vincent Price, you’re Vincent Malloy
You’re not tormented or insane, you’re just a young boy
You’re seven years old and you are my son
I want you to get outside and have some real fun.

”Her anger now spent, she walked out through the hall
And while Vincent backed slowly against the wall
The room started to swell, to shiver and creak
His horrid insanity had reached its peak

He saw Abercrombie, his zombie slave
And heard his wife call from beyond the grave
She spoke from her coffin and made ghoulish demands
While, through cracking walls, reached skeleton hands

Every horror in his life that had crept through his dreams
Swept his mad laughter to terrified screams!
To escape the madness, he reached for the door
But fell limp and lifeless down on the floor

His voice was soft and very slow
As he quoted The Raven from Edgar Allen Poe:

“and my soul from out that shadow
that lies floating on the floor
shall be lifted?
Nevermore…”


Tim Burton